Un Ser muy especial que un día se cruzó en mi camino, me recordó la inmensa suerte que tenemos al vivir en este planeta. Volví a sentir el calor de la tierra en mis manos, y su latido en cada paso que daba, se hacía más y más perceptible.
Yo que siempre había vivido en las nubes y voluntariamente flotaba, cuál vencejo vencedor, decidí detener mis alas y posarme en los árboles .
Este amigo me mando un listado de las fuerzas y los dones de cada árbol, para que recordara la energía de cada uno. Como casi todo, lo leí por encima, solo por curiosidad, pues decidí que prefería experimentar cada árbol por mi misma, sin que nada ni nadie me influenciara.
Así es como comencé a abrazar árboles, primero cuando él me lo sugería, y poco a poco cuando me sentía atraída por uno cualquiera.
Primero les miraba, intentaba descubrir el pequeño genio que vive dentro, su carácter y su elemental. Luego me acercaba sigilosamente, con mucho respeto, y extendía una mano hacia su tronco con mucha humildad, me inclinaba y le pedía permiso para abrazarle, y sobretodo para fundirme con su sabia y en sus raíces.
Más que un acto hermoso, se convirtió en un acto necesario, como si sentir su bombeo, su impulso hacia los dos lados, la fuerza de su amarre y la música de sus vientos, me diera estabilidad y sobretodo libertad para expresar .
Así, abrazando según que árboles, sentía gratitud, o ganas de reír, o lágrimas recorrían mis mejillas, o ganas de danzar, o de sentarme y meditar……
En realidad no sé qué es primero: si ellos me regalaban su sentir, o si yo siendo un ser sintiente en cada momento, fuera capaz de conectar con el árbol perfecto.
Todo vale !
Cuando alguien viene ahora a mi consulta de Arteterapia muy angustiado, le invito a ir de paseo conmigo a un bosque cercano con un bloc bajo el brazo, que volverá vacío o no , pero con el olor de la tierra impregnado, y el latir de los árboles sagrados.
Quizás fuera cierto que Odin y los otros dioses compañeros crearon al hombre y la mujer de un fresno y un álamo.
Curiosamente, no importa qué religión, que filosofía, que sabiduría ancestral, siempre hay un árbol implicado en nuestra evolución como ser humano. Son nuestros viejos amig@s que nos recuerdan de dónde venimos y que estamos siendo. Con cada energía nos sanan con su sabiduría cíclica y nos conectan con el momento, aliviando emociones y senticiertos del presente.
Hoy fui sola al parque más cercano. Encontré una vieja pino retorcida y danzarina, con viejas heridas de ramas podadas, y al abrazarla llore por ambas, y calmo nuestra impetuosa y arriesgada forma de crecer dándolo todo para todos lados.
Danzar, soñar, narrar, pintar …….todo eso y mucho más me trajo hoy ese abrazo.
No me necesitas……recuerda, tú puedes sol@……
……..pero si quieres te acompaño.
Las actos más libres y sencillos suelen ser los más senadores. Por eso mi amigo sigue herrante plantando árboles.
Gratitud.